El escritor Juan Villoro, recientemente galardonado con el premio Rey de España por un reportaje sobre el narcotráfico en México, se convirtió en uno más de los protagonistas de las escalofriantes crónicas del terremoto de 8.8 grados Richter del país sudamericano.

El escritor se encontraba en el piso siete del Hotel San Francisco en Santiago, mientras dormía, el movimiento telúrico lo despertó súbitamente. Durante la sacudida de la tierra hubo momentos en los que estuvo convencido que iba a morir.

Fue una impresión brutal. Pensé que era muy difícil que sobreviviéramos. Por la experiencia de los terremotos en México y por la sacudida de esta fuerza que tuvo el terremoto aquí en Chile pensé que muy difícilmente sobreviviríamos“, declaró el escritor a la agencia Notimex.

Villoro relató que al principio creyó que estaba en medio de una pesadilla en la cual un terremoto lo atrapaba en la ciudad de México, donde vivió el sismo de 1985, pero en pocos segundos se dio cuenta que estaba en Chile, un país de alta sismicidad.
 

“Fue una sacudida terrible, yo había vivido el terremoto del 85 en México, pero sin duda este fue de una magnitud muy superior. Estaba yo en un séptimo piso, el edificio se comenzó a mover, a crujir, empezaron a caer botellas, libros por todas partes.

Traté de incorporarme pero me caí al piso. Me di cuenta que sería muy peligroso tratar de bajar por la escaleras porque no podía ni siquiera mantener el equilibrio.

Finalmente, cuando descubrimos con asombro que no nos había pasado nada, bajamos (al lobby y después a la calle) pensando que encontraríamos una ciudad devastada, pero la arquitectura chilena es extraordinaria

Ahí nos volvió el alma al cuerpo, ya en la calle, cuando vimos que todos estábamos bien y de inmediato comenzamos a conversar entre nosotros y a compartir la experiencia.

Entonces se dio una situación curiosa, al bajar a la banqueta, porque los 400 extranjeros nos reunimos por países, por grupos de compatriotas, a intercambiar las primeras impresiones.

Eestuvimos juntos, perfectamente unidos, intercambiando experiencias. Fue una especie de terapia de grupo. Naturalmente, había gentes en estado de pánico y muy nerviosos, unos más que otros”.


Villoro y otros huéspedes reingresaron al hotel en busca de agua, pantuflas, cobijas y chamarras para quienes habían bajado en paños menores y tenían frío y a eso de las siete de la mañana, cuando ya había amanecido, algunos regresaron a sus habitaciones, mientras que otros más optaron por quedarse en el lobby y buscar otros hoteles con edificios menos altos para hospedarse.

De acuerdo con el escritor y colaborador habitual de diarios, revistas y suplementos culturales en México y Latinoamérica, los mexicanos “estamos bastante curtidos en terremotos, pero este susto sin duda nos sobrepasó a todos“.

Dijo que de manera inmediata comparó el terremoto del pasado sábado con el que azotó en 1985 a la ciudad de México, el cual fue menos fuerte pero más devastador y cuyo horror “se fue incrementando a medida que descubríamos que había muchas víctimas“.

En México “fue una situación terrible lo que vimos después, mientras que aquí fue todo lo contrario, fue una impresión brutal la sensación de estar vivos de milagro y la sorpresa adicional de que no hubiera tantos daños como temíamos que hubiera (por la violencia del movimiento)“, sostuvo.

Al despertar el sábado, horas después de su reingreso al hotel, Villoro se percató que carecía de servicio telefónico, televisión e Internet, por lo que salió a la calle en busca de un cibercafé para avisar a su hija en México que se encontraba bien.
 

“De inmediato nos enteramos de lo que había pasado en Concepción (al sur de Chile, cerca del epicentro del terremoto), del tsunami (que devasto poblaciones costeras), de la gente que no tenía agua ni alimentos ni corriente eléctrica

Nos quedamos sin teléfonos, sin televisión, sin Internet, es decir, estábamos aislados, pero era algo a lo que podíamos sobreponernos”.


El único problema ahora para Villoro y los mexicanos que asistieron al congreso de literatura infantil es la incertidumbre del regreso a su país ya que el aeropuerto de Santiago permanece cerrado para los vuelos comerciales.

            “Esa situación ha sido la que ha dado alguna angustia. Algunas personas (varadas en esta capital)
             están muy preocupadas, otras no tanto, pero desde luego que es una situación de menos gravedad
             que la que tienen otras personas en este país”.



Villoro se encontraba con otros 34 mexicanos que habían asistido al congreso de literatura infantil y que estaban alojados en el mismo hotel.